Para todo exiliado, migrante, oprimido y asesinado. La lucha no se detiene.
Escribir esta entrada será quizá una de las reflexiones más personales que haga en este boletín. Por supuesto, todas tienen algo de mí en ellas. Después de todo, son la materialización de mis pensamientos. Pero en este caso —un tanto delicado para mí— me enfrento a preguntas por mi identidad y mi herencia cultural más allá de la tierra dónde nací, más allá de quienes me criaron y cómo lo hicieron, más allá de la imagen que presento ante todos ustedes por este medio o a través de mi cuerpo o mis acciones. Hoy quiero hablar de los turcos.
Sí, los turcos. No los de Turquía, sino de los turcos nacionalizados hondureños. Aquel pequeño grupo migrante de Palestina que cruzó el charco con pasaportes del Imperio Otomano —y otros, como mi abuelo, posteriormente con un pasaporte inglés, tras la caída del Imperio Otomano—. Muchos quizá no sepan que la mayoría de aquellos a los que se les conoce por turcos no son realmente turcos, son generalmente palestinos y, en raras excepciones, judíos. Esta quizá será la primera aclaración en esta entrada, y sin duda no será la última, y es significativa por todo lo que ha venido sucediendo a lo largo de décadas de colonización y exterminio en el territorio palestino. Pronto veremos por qué es importante decir palestino o judío y no turco.
Hace algún tiempo quise escribir una entrada sobre este tema, inspirado en un hilo que publicó un primo mío en Twitter. Sin embargo, los acontecimientos de estos últimos días en el fin del Ramadán y con la conmemoración del Nakba el día de hoy, decidí escribir lo siguiente. Antes de iniciar de lleno, quiero aclarar que todas las opiniones expresadas en esta entrada —y está de más decir que en todo el boletín también— son mías y no puedo hablar por ninguna otra persona. Las opiniones de mi primo pueden ser encontradas en el enlace de su hilo y les invito a que lo lean para conocer un poco su experiencia como nieto de un inmigrante palestino en Honduras.
Explicar la situación de la colonización del territorio palestino no puede ser finiquitada en una entrada de un blog. Hay libros enteros que describen el largo y complicado proceso de la ocupación de los pueblos palestinos a lo largo de la historia. Pero para tener algunas referencias históricas, podemos decir que los árabes que habitaban Palestina estuvieron bajo el control del Imperio Otomano por 400 años (1517-1917). Luego pasaron a ser brevemente gobernados por los Británicos desde 1917 hasta 1947, cuando la ONU decidió dividir el Mandato Británico de Palestina en un estado árabe y un estado judío. Es en mayo de 1948 —algunos consideran que fue un día como hoy: 15 de mayo— que inicia el Nakba, que significa en árabe «desastre» o «catástrofe». Fuerzas israelíes empezaron a asesinar y a expulsar sistemáticamente a los árabes que habitaban Palestina, desatando una de las más largas crisis humanitarias de la historia contemporánea.
Hasta el día de hoy, Israel ha ocupado la mayoría del territorio palestino y sigue expulsando y eliminando a los habitantes autóctonos de la región en busca de la tierra prometida desde los tiempos de Moisés.
La legitimidad del Estado de Israel es abrumadora en el planeta. No es porque la cantidad de países que reconocen la legitimidad de un estado u otro sea desproporcional, sino por la calidad de los países que defienden el derecho de la autodefensa de Israel en territorio ocupado por sus militares. No obstante, no todos los países que toman el lado de Israel son potencias mundiales, algunos son sólo estados que —por relaciones diplomáticas— se ven obligados a repetir el discurso de los países dominantes. El martes pasado, la Cancillería de nuestro país condenó «los ataques terroristas al territorio del Estado de Israel». Incluso cuando los muertos por parte de Palestina son civiles y muchas veces niños y en Israel son generalmente militares financiados por Estados Unidos y otras naciones.
De muchos exiliados y migrantes palestinos, en Honduras algunos lograron acumular una gran riqueza y, en un gran cambio de roles, pasaron de ser los oprimidos a ser los opresores, pero, en modos más sutiles. La oligarquía de Honduras está conformada casi exclusivamente por familias palestinas y por eso, el 28 de junio del 2009, el lema Haga patria, mate un turco se popularizó por la correcta expresión de un sentimiento popular de rechazo hacia los palestinos-hondureños y el control que ejercen aún sobre el país. Si ustedes recuerdan cuando esta frase se clamaba por las calles en las protestas, quizá no le prestaron mucha atención y no fue de gran significancia para ustedes. Por otro lado, para mí fue el inicio de la vergüenza que tuve por lo que mi apellido, el apellido de mi abuelo, representa.
No escribo y cuento esto para que se sientan mal por mí, ese no es el punto de esta entrada. El punto es que, creo haber entendido —por razones completamente distintas— lo que los paisanos de mi abuelo sienten el día de hoy y lo que han sentido muchos árabes en Palestina a lo largo de más de setenta años. Yo me avergonzaba de mi apellido y lo que representa porque sé que lo que hacen los grandes millonarios del país está mal. Simple y sencillamente por eso. Claro, esa expresión común en todos los rostros de nuevos conocidos que escuchan mi apellido por primera vez, también ayudaba a que tratara de ocultarlo. Pero entiendo la razón: las familias más ricas y más poderosas han explotado a sus trabajadores, se han apropiado de las tierras de habitantes autóctonos y han incluso asesinado a activistas ambientales.
Las familias palestinas de Honduras parecen haberse convertido, en ciertos aspectos, en los mismos sionistas que expulsaron a sus ancestros. Ciertamente no con una motivación religiosa o identitaria de los sionistas, sino movidos por la avaricia y codicia, por el nuevo Dios de la modernidad. Cantidades obscenas de dinero, de negocios turbios y de procesos antidemocráticos en sus empresas y en el sistema electoral del país son algunas de las razones por las cuales se han ganado el rechazo, el repudio y el odio popular. ¿Es este odio justificado? En mi opinión, sí. ¿Su generalización también se justifica? Aquí tengo que estar en desacuerdo con quienes digan «sí».
Por más que me guste gritar en Twitter que todos los chepos son unos cerdos y que todo cachureco es ladrón, estoy cayendo en una falacia. Es imposible, por más que me duela, que conozca a todos los nacionalistas y a todos los policías para corroborar que, en efecto, todos son unos delincuentes. Conozco a algunos nacionalistas y policías que no son malas personas (pero bueno, qué tan bien podés conocer a una persona, ¿no?). En el mismo caso, no puedo generalizar el odio hacia todas las familias palestinas de Honduras, porque sería un odio hacia mí mismo que conduciría, seguramente, a mi autodestrucción.
Entonces, regresando a la vergüenza de mi identidad dada y de mi apellido, particularmente, he aprendido a vivir con la expresión inicial de mis compañeros e incluso de algunos profesores universitarios que pelan los ojos cuando leen mi apellido en la lista de asistencia. He vivido casi toda mi vida en una burbujita y poco a poco se fue reventando. Realmente agradezco que fue temprano y no tarde. Haga patria, mate un turco me hizo preguntarme si había algo malo conmigo sólo por el apellido que se me dio, o porque el padre de mi padre haya emigrado a tierras centroamericanas en busca de una vida mejor. Y no había entendido que eso es algo parecido a lo que sienten los palestinos en su tierra ocupada por judíos, pero no es igual y no se acerca en ninguna medida. De nuevo mi privilegio amortigua el golpe (y no, esto no es algo de lo que me enorgullezco).
Los árabes palestinos se han enfrentado por más de setenta años a la aniquilación de su propia identidad, sólo por ser palestinos. Así como los pueblos autóctonas de África, Asia y América que fueron colonizados y exterminados, los palestinos también han sido colonizados, expulsados y asesinados por un pueblo que sufrió lo mismo a manos de Hitler. Aunque muchos académicos han destacado que el holocausto no conmovió a los sionistas a detener su proyecto colonial e invasor a la región palestina, hay muchos judíos que reconocen y repudian las atrocidades que los sionistas han hecho en nombre de todos los judíos. Este conflicto no es entre judíos y árabes, es simplemente un proyecto colonizador de sionistas que buscan la promesa de Dios de la tierra prometida. No importa la vida humana de los que habitaban las tierras, para ellos solo importa la tierra sagrada.
Quizá para los sionistas sí sea una cuestión sólo territorial. Han reducido su lucha a ocupar la totalidad del territorio palestino y sacralizarlo en el antiquísimo nombre de Israel y han olvidado a los humanos que habitan esa tierra. O quizá, como muchos otros imperialistas y colonizadores, nunca les consideraron humanos. Pero para los árabes que habitaban Palestina no fue, y no es aún, sólo un problema territorial. Es un problema de identidad, un problema de existencia: un problema de humanidad.
Me ha dejado reflexionando bastante sobre la generalización que tendemos a hacer cuando decimos "todos" porque tenés razón, por mucho que odiemos al PN, a los chepos o a los "turcos", no todos van a ser la mala persona que nosotros esperamos que sean. Bien van a existir personas honestas que saldrán de estos lugares, pero a la vez te demuestra el daño que han ocasionado en el país. De no ser por la incompetencia policial, la constante represión y la brutalidad policíaca que muchos chepos han demostrado no odiariamos a los chepos. De no ser por la constante corrupción y los deseos de solo irse a sentar y ganar casi 100k bolas por pelarsela no odiariamos a los chepos. Y finalmente de no ser por la manera malévola y casi de película en la cual los "turcos" han movido al país para que todo sea para su beneficio, no se estaría clamando que se haga patria matando a un turco.
Excelente análisis mi niño !! Algo que quisiera agregar por mi experiencia al haber tenido un suegro palestino , y por ende a dos hijos ( sus hermanos) que llevan también su apellido, es que se vuelve una necesidad marcar la diferencia entre los palestinos honestos, luchadores, con principios y valores que empezaron desde abajo ( su abuelo fue uno de ellos) , y que JAMÁS le hicieron daño a nadie , por el contrario fueron queridos , admirados y un ejemplo a seguir en su hogar y su comunidad ... con respecto a los otros que usted menciona y describe muy bien en su artículo sólo puedo decir : Señor líbranos del Mal !!
Besotes mi niño... me siento sumamente orgullosa de Usted!! 🙏🏻😘🥰♥️